domingo, 17 de marzo de 2019

Perdón

Lo siento... por las veces que no creo en tus "te quieros"... Así empieza la letra de una de mis canciones que quizá me hayas escuchado cantar alguna vez. Si no es así, te pido perdón y te prometo ponerle remedio a la mayor brevedad posible, poniendo este tema a tu alcance a lo largo de los próximos meses. También, hablando de perdón, aprovecho para pedirte disculpas por empezar este blog sin saludarte como es debido. Espero que estés teniendo un buen día y te deseo mucha salud, amor y libertad para disfrutarlo con pasión y alegría...

Hay momentos en los que precisamente la alegría mengua o se enfría un poco cuando nos damos cuenta de que nos hemos perdido algo bueno, no lo hemos valorado lo suficiente y hemos hecho daño alguien, entre otros, a nosotros mismos por no "ver" más allá de lo aparente.


El error está, en diferentes grados, más o menos presente en la vida normal de cualquier persona.  A veces son errores sin importancia los que nos sirven para machacarnos sin mucha piedad. También hay fallos que afectan a las personas, quizás los más dañinos. Unas veces fallamos a otros, otras veces nos fallan a nosotros, hay momentos en los que nos fallamos a nosotros mismos y hay ocasiones en las que nos fallamos mutuamente, porque alguien empezó a tratarnos mal, nosotros replicamos de modo parecido y así hasta ir haciendo más grande la bola de nieve que puede acabar, en los casos más extremos, por llevarse por delante tantas cosas buenas a su paso...


Responsable o culpable... ¿solamente un juego de palabras? ¿Cuál es la diferencia entre una cosa y otra? Aparentemente, todos somos responsables de lo que hacemos y de lo que no hicimos y podríamos haber hecho... Aunque no siempre el hecho de tener derecho o posibilidad de hacer o dejar de hacer algo implica que todos los comportamientos sean fácilmente realizables o evitables por parte de todos de la misma manera, ya que la fuerza del hábito y posibles traumas o condicionamientos aumentan o disminuyen la probabilidad de que una conducta se dé o no. Dicho todo esto, la palabra culpable  denota un significado mucho más negativo que la palabra responsable, ya que culpable implica la intención de causar un mal a propósito y no siempre puede demostrarse fácilmente que la persona a la que puede considerarse "culpable" de algo era plenamente consciente del mal que iba a causar y de las repercusiones de su acción antes de cometer su error ni cuáles eran las intenciones tras ese comportamiento inapropiado o indeseable...


 Al otro lado de la ofensa está la persona perjudicada: ¿yo me ofendo o me ofenden? Está claro que el daño más fácilmente tangible en términos objetivos es la agresión física. Pero en el terreno de la decepción, del insulto, etc... ¿Es solamente una cuestión de lo que me hacen o entra también en juego cómo me tomo las cosas? Aquí quizá la interpretación que hacemos sobre la intención, responsabilidad y culpabilidad del otro juega un papel fundamental. No tenemos el mismo nivel de exigencia o de expectativa ante un bebé que nos mancha la ropa cuando empieza a usar la cuchara para comer o ante el golpe de bastón que una persona invidente puede darnos que ante una persona de cierta edad que derrama su copa sobre nosotros o ante alguien apresurado que nos golpea al entrar por la puerta... El golpe o la mancha pueden tener un impacto "físico" semejante, pero la forma en que interpretamos lo ocurrido, la mayor o menor comprensión que utilizamos hace que el hecho nos "duela" más en unos casos que en otros... ¿Qué importancia tiene ese supuesto daño causado? ¿Quién es para ti y quién eres tú para la persona que te ha ofendido? ¿Está esa persona dispuesta a escucharte y a comprender tu queja?



En cualquier caso, es mejor prevenir que curar. Lo ideal es estar acostumbrado a ponerse en la piel del otro antes de reaccionar ante una persona. Si intentamos llevar nuestro cariño, aprecio o respeto a los distintos momentos de nuestra vida siempre será más fácil contribuir a un clima en el que haya menos ocasiones para las disputas. Saludar, llamar a las personas por su nombre, ser agradecido, saber pedir disculpas a tiempo, parecen meras normas de convivencia pero practicarlas (a nuestra manera y dándoles nuestro estilo e impronta) no es simplemente un convencionalismo más, es una forma de transmitir a los demás que nos importan. Algo tan básico como no gritar o como no agarrar a nadie de repente y sin motivo aparente puede evitar momentos de malestar y de conflicto o... ¿A TI TE GUSTARÍA QUE TE PIDIESEN LAS COSAS A GRITOS...? A mí los únicos gritos que me gustan son los gritos de esperanza...


O los gritos de alegría o de reivindicación pacífica por algo que es de justicia...


Si tienes que gritar, que sea por una buena causa. Para todo lo demás, el mejor consejo que cualquiera puede atreverse a dar es intentar comportarte como quieres que se comporten contigo. En caso de que consideres que te has equivocado, pedir perdón puede estar bien, aunque lo que está mejor es rectificar y mostrar que quieres compensar o restaurar el daño causado. Si el daño te lo han hecho a ti, te toca decidir si deseas dejarlo atrás, evitar al menos la venganza y observar si lo que ha ocurrido es algo puntual o casual o si es parte de una mala costumbre. Suele ser más fácil olvidar cuando ves que efectivamente existe buena voluntad para arreglar las cosas por parte de quien se equivocó...



Existen miles de canciones cuyo estribillo es una súplica de perdón o una declaración de intenciones de paz... ¿pensando en alguna canción de reconciliación? Me despido con una de mis favoritas...Deseo que los errores que te salgan al paso en el camino, tuyos o de otras personas, no sean demasiado graves, tengan remedio y en caso de que ocurran sean una oportunidad para aprender... Pase lo que pase, que el tiempo te conceda la oportunidad de empezar de nuevo y de volver, una vez más, a cantarle a la vida... y al amor también 😉😘








Evaristo ÐGabriel