Hola! ¿Cómo estás? Si alguien me hubiera hecho esta
pregunta en el momento en que me planteé escribir sobre el tema del que quiero
hablarte a continuación, probablemente no habría podido articular palabra o lo
más que te podría haber dicho es que estoy totalmente en blanco... con el susto
en el cuerpo a la vez que lleno de admiración por la tarea de todos esos padres
que dedican sus esfuerzos a criar y a ayudar a crecer a sus pequeños con todo
el amor de su corazón pero probablemente tentados a sentir todos los temores
del mundo por sus hijos. Me acababa de despertar y vi el titular de una noticia
que me impactó: un suicidio de un menor que al parecer estaba relacionado con
su voluntad de seguir a ultranza una serie de arriesgados retos a través de
redes sociales, el último de los cuales consistía en suicidarse lanzándose
desde la ventana del piso donde vivía, lo cual provocó su muerte inmediata y el
desgarro de una familia que leía atónita una nota de despedida después de haber
escuchado el estruendo provocado por el golpe del cuerpo de su criatura contra
el suelo.
Si todavía eres capaz de seguir leyendo, imagino que te preguntarás algo parecido a cómo es esto posible o por qué suceden estas situaciones que provocan un dolor de una forma tan incomprensible y absurda... ¿En qué momento puede decidir una persona buscar tal refuerzo social que un desconocido logre el control de su mente de una forma tan brutal y tan destructiva?
Está claro que el
conocimiento es poder y tener acceso a internet puede ser una experiencia útil
y enriquecedora que te puede aportar aprendizaje a través de cursos on-line o
videos sobre cómo hacer deporte en casa, cómo preparar un postre o sobre cómo utilizar
una determinada máquina, cómo aparcar el coche en paralelo, dónde se encuentra
la correspondiente oficina de atención al ciudadano, a qué hora abre la
farmacia de guardia más cercana o simplemente cómo hacer una pajarita de papel
para tu hijo. Sin menospreciar todo esto y todos los ejemplos que se nos puedan
ocurrir... parece que por algún tipo de costumbre adquirida en algún momento de
nuestra infancia, ya sea como búsqueda de aprobación o por miedo a perderla,
muchas veces vamos buscando agradar a los demás, sin plantearnos si realmente
todo lo que hacemos nos agrada a nosotros mismos o solo lo hacemos para
conseguir un poco de atención, algo bastante favorecido por muchas redes
sociales que las nuevas tecnologías nos ofrecen y que premian el contenido
breve y superfluo de una foto que intente ser llamativa, un video que provoque
atención, un titular escandaloso al margen de que la información esté
contrastada, etc, etc, etc... ¡Qué hazaña convertirnos en trending topic, o
conseguir 100 seguidores más en un mes!
¡Ojo! Todo esto de la fama tiene una parte hasta cierto punto legítima; te habla alguien a quien le gustaría poder dar a conocer sus canciones, pensando en que el arte y la cultura pueden ofrecer un servicio al desarrollo de la sociedad en la que vivo y en la que viven y vivirán en un futuro, cuando yo ya no esté, personitas que me importan y que desearía sobre todo que se encontraran un mundo acogedor y que lo que sembramos hoy pueda alimentarles y darles sombra y cobijo mañana cuando quizá de mí solamente el mensaje de mis canciones pueda abrazarles, inspirarles y alumbrarles un poquito el camino que ellos decidan caminar... Pero en nuestros intentos de llegar a darnos a conocer a los demás... ¿Quiénes son esos modelos o iconos a los que sin darnos cuenta queremos seguir? ¿Quiénes son esos nuevos héroes del siglo XXI a los que en la medida de lo posible nos gustaría emular hasta asemejarnos completamente a ellos, intentando marcar la diferencia mientras no llevamos a cabo nada especialmente distinto a lo que el resto del grupo hace cuando sigue la tendencia que la moda uniformadora nos marca a todos al unísono? ¿ Nos preguntamos lo suficiente... quién quiero ser yo... por qué y para qué?
Es difícil imaginar otro
modo de hacer las cosas si las redes sociales, los medios de comunicación, el
ambiente de las escuelas o incluso el de nuestras familias parece estar
impregnado de esa superficialidad materialista que constantemente bombardea, da
forma o más bien deforma nuestras mentes, máxime si estamos hablando de
chavales que han nacido en la era digital y que, aunque con excepciones,
normalizan que la persona más "prestigiosa" de su país pueda llegar a
ser alguien que tiene un bonito cuerpo aunque no haya dedicado mucho tiempo a
estudiar o a pensar en los temas más profundos de la mente o del alma humana.
¿Qué esperamos de un país en el que un futbolista o un concursante de un
programa que vende su intimidad obtiene más repercusión y más dinero en menos
tiempo que un profesor o que un médico? Señores y señoras, nos están
convenciendo de que ser inteligente no sale rentable o eso es lo que quieren
que pensemos... Una sociedad así es más fácil de manejar ¿verdad? Pero hablando
de influencias... ¿qué hacemos nosotros con nuestros niños y jóvenes para
convencerles de que no es así? ¿Qué clase de educación les damos? ¿Apoyamos a
los profesores o les cuestionamos aún antes de haber escuchado su versión ante
la mínima queja de nuestros hijos? ¿Predicamos hábitos saludables con nuestro
propio ejemplo? ¿Les hacemos sentir acompañados o les dejamos salir solos a las
peligrosas calles y avenidas del mundo de youtube y los videojuegos en red?
¿Les exigimos mucho pero les premiamos poco cuando hacen lo que supuestamente
deben? ¿Dónde están los héroes y modelos a imitar? ¿Qué y a quién recompensamos con palabras y con hechos?¿Cuántas veces te
atreves a decir: bien hecho, buen trabajo?
Educar es una tarea
complicada y como ya te habrás dado cuenta existen muchos factores y agentes
ambientales tratando de ejercer su influencia sobre lo más bonito que un ser
humano puede llegar a crear. Mucho más que cualquier trabajo, mucho más que
cualquier obra de arte, novela, tratado científico o filosófico, canción, video
o fotografía... el nacimiento de un niño, o el ayudar a crecer y a dar vida a
través de nuestros cuidados, eso parece lo más bello que podemos llegar a
realizar en esta vida y todo eso es imposible sin devoción y sin amor. Dar vida
a través del alimento, de los cuidados médicos, de la formación académica pero
también de la educación de las emociones... ¿qué puede haber más apasionante y
qué puede llenar más de sentido el tiempo de nuestra vida?
Por todo esto, espero
que no te enfades conmigo si alguna vez me lo pienso dos veces antes de dar un
me gusta en una fotografía de la que se puedan deducir datos que afecten
sensiblemente a la intimidad de una persona, especialmente si se trata de
menores. Tenemos que darles tiempo y educarles antes de que se zambullan en el
mundo de las redes sociales. En la vida hay tiempo para todo y la casa se
empieza por los cimientos, ya llegará el momento para lo más accesorio.
Para mí el reto que merece la pena atreverse a emprender es ser un poco más libre en un mundo en el que no todo es azar y en que el que tratan de diseñar nuestras vidas y debilitar nuestras mentes para favorecer los intereses de personas que hoy nos hacen adictos a una aprobación casi inmediata, para mañana esclavizarnos con drogas, consumismo, impulsividad y en definitiva ignorancia, falta de conocimiento y de libertad.
Para conocer la verdad
es imprescindible conocer nuestro propio mundo interior. Para mí el arte, la
poesía y concretamente la música es ese lenguaje y esa herramienta capaz de
ayudarme a comunicarme conmigo mismo y también a expresar lo que llevo dentro.
La música puede concienciar, motivar, transmitir fortaleza, ánimo y amor a las
personas y a la vida. Que tu tiempo sea un canto a la vida y que nunca se
apague la voz de tu corazón. Con mis mejores deseos te mando ánimo y fuerza en
estos tiempos que nos ha tocado vivir y, con cariño, te dedico estas canciones no sin
antes pedirte, como siempre que: ¡Nunca dejes de cantarle a la vida!
Evaristo
ÐGabriel
No hay comentarios:
Publicar un comentario