domingo, 10 de marzo de 2024

Crónicas de Pandemia IV - Igual, igual...




Igual, igual ...😕😕



He aquí otro recuerdo de mi blog, éste de principios de 2021, adaptado al formato de blog con el que me siento más cómodo para expresarme y que por diversas circunstancias tuve que dejar de usar en aquel momento; lo rescato ahora para poder dar continuidad a una lista sucesiva con  todas las entradas de forma agrupada que facilite el acceso rápido al total de ellas.

Hola amigos! ¿Cómo estáis? Deseo que os encontréis bien, dentro de los altibajos que las circunstancias de estos tiempos nos traen y que afectan a veces al día a día de cualquier persona, cualquiera como yo que también he tenido que atender a ciertas emergencias que han demandado de mí  tiempo y energía considerables y que no me han permitido seguir mis planes tal y como los había trazado, incluyendo mi humilde contribución en este blog de música y emociones, que intento ofrecer al menos una vez al mes y que en estos últimos meses ha sido tan irregular como la montaña rusa  existencial que todos hemos tenido que arrostrar desde que, prácticamente hace un año, empezaron a saltar las alarmas de lo que se nos venía encima con el brote -epidemia- pandemia de esta especie de plaga maldita en la que se ha convertido el coronavirus Covid-19 con sus distintas cepas y mutaciones...

 

Ante estas dificultades cada uno hacemos lo que creemos que podemos hacer, en general... porque a veces la implicación de algunos es nula o inexistente. A pesar de las decepciones y de mis momentos de rebeldía e indignación, al final siempre he llegado a la conclusión de que la energía más poderosa de este mundo es el amor que ponemos en lo que hacemos y quiero seguir pensando así... porque ese amor que otros pueden llamar devoción, entrega, vocación, empatía, estima o respeto es una cualidad humana que impregna de belleza los jardines, las pinturas, esculturas, edificios, poesías, canciones, recetas culinarias, métodos de enseñanza o cualquier otra cosa que queramos hacer con cierto grado de maestría y cuidado... sin cariño, lo que realizamos pierde sabor y luz, pierde sentido, porque somos personas cuyas acciones acaban dejando huella en la vida de otras personas iguales en dignidad a nosotros, iguales también en fragilidad, algo que recordamos especialmente cuando tienen lugar catástrofes o grandes males comunes... Todos venimos al mundo de la misma manera y todos nos iremos igual...

 

 


 



 

  Somos seres gregarios que salimos adelante en grupo como sociedad... o directamente no salimos. Nuestras acciones pueden ejercer un efecto muy positivo en otras personas y otros seres, pero también, llegados al extremo de la estupidez, de la intolerancia, de la desidia, de la corrupción o directamente de las ganas de hacer daño a otros, podemos ser la causa de nuestra propia ruina y de la caída de nuestra civilización. Sin valores y sin ideales, sin ese amor a la humanidad, se pueden llegar a cometer verdaderas barbaridades, cuando nos olvidamos de que todos los seres humanos, piensen lo que piensen, crean en lo que crean, vengan de donde vengan, posean lo que posean o tengan la edad que tengan... son personas como nosotros, valen tanto como nosotros y no son bichos que aplastar, ni paja que quemar, ni basura que tirar, ni trastos que desguazar, ni dianas contra las que disparar.

 


 


 Hablar de valores e ideales ¿es poco importante? Yo creo que todos necesitamos de un tiempo para darnos cuenta de lo importante que es saber qué es lo que guardamos dentro y de saber qué queremos hacer con nuestras decisiones, pues corregirse a tiempo es algo necesario para mejorar la calidad de nuestras vidas, ya que tanto el ambiente como nuestros hábitos negativos podrían llevarnos en último término a perder el norte y a descentrarnos de lo realmente importante en nuestra vida. Quien piense que la ética no es algo prioritario para una vida HUMANA, debería dejar aparcada cualquier carrera profesional relacionada con la política, con la enseñanza, con la medicina, con la religión, en definitiva con cualquier tarea que pueda suponer cuidar de los otros. Al menos hasta caer en la cuenta de que tener resueltos o en vías de solución nuestros "temas pendientes" es fundamental para poder ofrecer la mejor versión de nosotros mismos a un mundo que a veces nos pide, más que limosna, un verdadero regalo de aquello que quizá no nos sobra en momentos en los que dar esa paz y ese amor cuando escasea afuera se convierte en una tarea complicada, que requiere de mucho corazón y también de cierta estrategia y formación, tarea que también requiere de cuidar al que cuida... ¿Te acuerdas de los aplausos a las 8...?

 

 


 

En este mundo y en este país, sin ir más lejos, hay muchos que en su día iniciaron sus estudios y proyectos profesionales con la ilusión y las ganas de ofrecer lo mejor de sí, pero que se encuentran con que faltan medios y recursos para dar una atención de calidad; esto puede llegar a ser muy duro cuando las responsabilidades de unos y de otros afectan al bienestar psicológico y físico de una persona o colectivo de personas, más concretamente, cuando la escasez de personal o de material puede repercutir en la salud y en la vida de otros. Toda mi solidaridad con todos los servidores públicos esenciales que se han visto y aún hoy se ven cercados por el peligro del contagio, por el miedo a contagiar a sus seres queridos, por la precariedad y la falta de medios materiales y personales... Mucho ánimo a los médicos, enfermeros y demás personal sanitario, ánimo a profesores y maestros, ánimo a los trabajadores de las residencias de mayores, personas con discapacidad, personas sin hogar, policía, bomberos, personal de mantenimiento y limpieza de nuestras calles, parques y jardines, transportistas, repartidores, suministradores y vendedores de productos y servicios básicos, etc... Ojalá la sociedad siempre sepa valorar las dificultades a las que os enfrentáis cada día.

 

 

¿Sería mucho pedir que los que tienen responsabilidades a la hora de suplir de medios para prevenir y para corregir los problemas que nos afectan a todos, pudieran recuperar la ilusión por dar un servicio público, poner los pies en el suelo e interesarse por apoyar y ayudar a crecer el talento de nuestra sociedad: médicos, profesores, investigadores científicos, educadores sociales, cooperantes, artistas, etc...? ¿Es muy ingenuo pretender que los más altos servidores públicos nos vuelvan a motivar, y de alguna forma, nos vuelvan a inspirar y a enamorar?

 

 

Pero a veces no parece ser suficiente pedir... los poderosos cobran a precio de oro la luz y el gas con el que las personas se tienen que calentar justo cuando más frío hace, las grandes compañías farmacéuticas suscitan dudas y sospechas a la hora de honrar el compromiso del reparto de las vacunas incluso entre los países más desarrollados y los políticos... ¡¡ay los políticos que aprovechan cada segundo para hacer postureo y ponerse medallitas, autoproclamarse superiores mientras desprecian al resto y se declaran incompetentes para trabajar en equipo hasta por asuntos en los que nos va la vida...!! A veces queremos tener la esperanza de que esta vez sí, que cumplirán sus promesas, que bajarán a la arena y se mojarán... pero justo en el último momento saltan el charco y siempre se nos queda cara de bobos sin serlo, porque una vez más nos hemos quedado sin la solución definitiva cuando  creíamos estar más cerca de lograrlo; esa débil seguridad se nos cae a los pies y estamos a punto de derrumbarnos... o casi... 😞

 

 

 Casi nunca dejo entrever en redes sociales donde vivo exactamente, ni qué estoy haciendo en el momento preciso de publicar... ni pretendo significarme haciendo un discurso ideológico o político... hoy por hoy, ese no es mi punto ni mi papel en la vida. Yo suelo preferir ser una pequeña llama antes que un incendio o una leve brisa antes que un huracán. Vaya por delante que no pretendo meterme con nadie... a menos que la situación clame al cielo. Si apelo al poder de la palabra en este día es porque existen en este mundo personas que por desgracia no tienen apenas voz para hacerse visibles. Más cerca de lo que pensamos. Quizá en el mismo corazón de este país, aquí en Madrid, en la capital de España.  Se ha hablado bastante, no sé si lo suficiente, sobre la discriminación y el maltrato por diferencia de raza o de religión,  acerca del desamparo que el año pasado sufrieron los mayores en las residencias, con quien me solidarizo completamente, y también de la pobreza y de la falta de accesibilidad a las vacunas en el Tercer Mundo. Lamentablemente, mirando un poco más cerca, podemos ver además que todavía aquí y en estos tiempos de enfermedad pandémica, existen colegios donde aún no hay enfermeros... eso si hablamos de nuestros niños.  Si eso hacemos con los que serán el futuro, ¿qué no haremos con los que muchos ya han dado por perdidos, los desahuciados de la sociedad, las personas sin hogar?

 

Para los usuarios de los centros de acogida para personas sin hogar y sus cuidadores afrontar una crisis sanitaria confiando en la protección de un estado al que se presupone garante de una serie de derechos y de los medios para hacerlos efectivos según la Constitución  suena muy bonito... casi, casi como a música en nuestros oídos...

 








 

 

Pero la realidad es que, si bien en un principio se intentó dotar de refuerzos de recursos personales y materiales a este tipo centros, los contratos expiraban, las desinfecciones preventivas se dejaban de efectuar y así las cosas el final del verano llegó,  a la par que terminaban los primeros contratos de personal de refuerzo... coincidiendo, con brotes afectando a usuarios y a profesionales infectados entre agosto y septiembre del 2020, con el hotel medicalizado para personas sin hogar cerrado durante semanas hasta poder tratar y aislar debidamente a los usuarios de albergues que  no cuentan con habitaciones ni duchas individuales, por lo que es imposible evitar  que los contagios se extiendan al resto de residentes que, meses más tarde desde la contención del primer brote, aumentaron en número bruscamente con la llegada de la borrasca Filomena, que ayudó a disminuir la distancia y a aumentar el riesgo de contagio. El segundo brote estaba más que cantado y  a mediados de enero del presente año 2021, el coronavirus, que no entiende de política, ni de falta de previsión ni de borrascas heladoras, quiso volver a estos albergues para ser un huésped más y sin mucha prisa por marcharse hasta la fecha presente... 

 

Como es evidente, las medidas que estaban justificadas en marzo del pasado año por la pandemia, siguen estándolo ahora porque el coronavirus que motivó su puesta en marcha sigue entre nosotros, pero, aunque, después de muchos días y muchos más contagios, algunos de los usuarios con casos positivos han podido ser trasladados a un pequeño hostal, el hotel medicalizado requerido vuelve a no estar disponible, en un momento del año cuya llegada todos temíamos y justo cuando se oye hablar de nuevas y más contagiosas cepas, como la británica. Cuando cualquiera de nosotros tenemos síntomas leves ya supone una situación bastante comprometida pasar el covid en casa, sobre todo cuando vivimos con otras personas y sobre todo si estas son de alto riesgo por su edad o patologías previas. Las personas sin hogar de estos albergues, donde viven un número considerable de usuarios, requieren de una supervisión especial y el dispositivo para que pasen el covid cuando se trata de síntomas leves implica la labor de profesionales que puedan atender sus necesidades de apoyo para adaptarse. Todo esto también suena a sentido común, casi no hace falta ni recordarlo, como los bellos artículos de nuestra Constitución de 1978, entre los que vienen a mi memoria los que hablan de derechos como los de igualdad, de petición, de salud, bienestar de la tercera edad, o de la tutela de los derechos mencionados por parte de los poderes públicos y del compromiso del Estado para hacerlos efectivos (Art. 9.2, Art 14., Art. 29, Art. 43, Art. 50, Art. 53, Art 54, etc...) y no dejar en el terreno de la ficción o de los cuentos de hadas asuntos que se supone rigen la forma de funcionar de todo un país civilizado y defensor de los Derechos Humanos.

 

 


 

 

Dicho esto... cuando la historia se vuelve a repetir y después de haber pasado ya por un primer brote, yo no me dejo de preguntar ¿por qué si todos somos iguales ante la ley no se dispone del dispositivo medicalizado para personas sin hogar listo a tiempo para contener el segundo brote mientras hay presidentes o presidentas autonómicas que se pueden permitir ir hasta a uno de lujo? ¿Dónde está el espacio de los grandes hospitales de campaña o el gran espacio de los hospitales de nueva creación para las personas con síntomas leves de coronavirus que no tienen hogar para aislarse o que conviven en una habitación o albergue con muchas más personas, al igual que tantos mayores de residencias no medicalizadas ni medicalizables ? ¿Por qué, si el virus no se ha erradicado,  meses después,  la Administración, en vez de prevenir, solo  vuelve a desinfectar cuando surge otro brote igual que el que reza a Santa Bárbara cuando truena? ¿Por qué aún no hay suficientes enfermeros y refuerzo de médicos en los hospitales, residencias de mayores y, en este caso concreto, en los recursos para personas sin hogar si la pandemia no ha terminado, para poder hacer algo tan común en cualquier institución de servicio público como tomar la temperatura diaria a todos o sustituir de forma suficiente a los profesionales contagiados para poder seguir dando con estabilidad una atención de calidad, hacer tests de antígenos y PCR en el momento preciso, etc...? Ya se sabe que más vale prevenir que curar,  pero como dicen en mi  pueblo siempre ha habido ricos y pobres, igual... igual... no somos tan iguales a los ojos de los que tienen que salvaguardar los derechos de estas personas sin hogar que, lejos de sentirse en igualdad de condiciones, se han vuelto invisibles para casi todos.

 

 

 ¿En qué momento pensaron nuestros dirigentes que la pandemia había acabado para dejar de actuar de forma decidida y decisiva? ¿En qué momento han podido llegar a la conclusión de que con ir a hacerse una foto en navidad es suficiente para conocer la realidad de las personas sin hogar? ¿En qué momento cargos públicos con competencias en materia de servicios sociales se han aislado hasta tal punto de la realidad del ciudadano de a pie que no perciben lo que está pasando en los dispositivos de la red de atención a personas sin hogar? No sé en qué momento puede una persona olvidarse de su verdadera vocación de servicio, quizá los asesores, el acomodamiento, el sueldo... en definitiva, el poder, anestesian de una forma misteriosa a las personas cuyas decisiones pueden hacer un gran bien a tiempo pero que lamentablemente casi siempre llegan tarde... si es que llegan... y si lo hacen suele ser con la situación desbordada  y ante la presión de la prensa, de las redes sociales, o de reclamaciones que apunten un poco más allá para mostrar a la luz su escaso interés y compromiso con los derechos fundamentales de estas personas, uno de ellos la igualdad a la hora de acceder a la salud como todos en teoría deberíamos poder hacer.  

 

Mientras la esperada solución termina de llegar... como ya se puede ver en algunas notas de prensa, se están dando condiciones penosas y peligrosas en los centros de acogida de la red de atención a personas sin hogar de Madrid. La situación es tensa y arriesgada en todos los sentidos de esta palaba y a los usuarios no se les puede pedir más, ni a sus cuidadores tampoco. Es frustrante para los trabajadores no poder dar un servicio de calidad... Llegados a este punto, lo que resta por hacer es visibilizar lo que se ha vuelto invisible, reclamando de todas las formas posibles... desde la preocupación, el respeto, la vocación, la devoción  y la estima, con el deseo sincero de que se produzca una necesaria reflexión que permita prevenir o al menos contener más eficientemente posibles futuros brotes en estos centros y en cualquier otra institución donde se trabaje con personas. Quiero seguir pensando, en este mes en el que tanto se hablará de amor, que la estima y el respeto, el coraje, la defensa y el apoyo que ofrecemos cada día a nuestros compañeros de trabajo y a las personas para las que trabajamos será el que traiga el remedio al clamor de un pueblo en el que malviven ancianos, personas sin hogar, personas bajo la amenaza de la pobreza cultural, económica y energética, pacientes con cáncer y otras enfermedades que no pueden ser bien atendidos a tiempo por un un sistema de sanidad flaco y extenuado y cualquiera que pueda ser vulnerable ante las amenazas de un mundo que se olvida del significado de la palabra dignidad . ¿Será eso posible?

 


 

 

Gracias por la paciencia y comprensión, sé que últimamente no os he dedicado el tiempo que me habría gustado y que la distancia y la tensión de la pandemia pueden hacerme parecer más serio o más distante, sobre todo por el miedo a ser portador de este enemigo invisible y  por el temor a contagiar a las personas con las que y para las que trabajo, y por supuesto también a  mis amigos y a mis seres queridos a los que tanto echo de menos y a los que intento alejar de un peligro que no escapa ya a los ojos de casi nadie...

 

 

Y a ti que echas en falta que quede contigo, que te salude más cariñosamente, que nos veamos más a menudo, espero que entiendas que mi forma de mostrarte mi cariño y mi respeto es manteniendo la distancia hasta que haya más garantías de salud pública para todos en todas partes.  No tengo abrazos para darte, no tengo sonrisa que puedas ver tras la mascarilla, pero todavía me queda la palabra para decirte que TE QUIERO, y que esta es mi forma de protegerte. 

 

 

 

También como artista puedo enviarte mis mejores deseos a través de letras de canciones como esta, que compuse hace tiempo para levantar el ánimo de alguien que atravesaba un momento complicado. Confío en que algún día podamos cantarla juntos para celebrar de nuevo la vida.

 


 

 

 

Se despide ya, con todo cariño, uno que... a ratos se dedica la música,  a veces cuida de las plantas, a ratos cuida de las personas... pero siempre y sobre todo, alguien que es humano como tú y humano como todos.

 

 

Evaristo ÐGabriel; 

 


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